El camino de «espinas» que siguió Olena para llegar a Oviedo, recogido en un libro: «Mi vida da también para una película»

LA VOZ DE OVIEDO

Olena Kosenko posa sonriente con su primer libro «La Zarobitchanka que no quería llorar»
Olena Kosenko posa sonriente con su primer libro «La Zarobitchanka que no quería llorar»

Esta ucraniana se vio obligada a abandonar su país natal para poder darle una vida «digna» a sus dos hijos gemelos. Se sacrificó y perdió la infancia de sus retoños para buscar oportunidades de futuro. Todo lo que ha vivido hasta encontrarlas lo cuenta en su nueva obra

14 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay historias que conmueven y la de Olena Kosenko es una de ellas. Como millones de ucranianas se vio obligada a abandonar su país natal en busca de oportunidades. No solo para ella sino también para sus dos gemelos. Era maestra pero su sueldo apenas le alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de sus retoños. No podía ni siquiera permitirse tener su propio hogar. Es más vivía en casa de sus padres, adonde se mudó después de separarse de su marido tras enterarse que este llevaba una vida paralela. «Nuestro matrimonio era infeliz, yo nunca había querido a mi ex pero en Ucrania las mujeres solteras o divorciadas son consideradas como un fracaso», cuenta la que fuese presidenta de la asociación de ucranianos en Asturias.

Asimilar su nuevo estado civil no le resultó nada fácil. También le costó mucho tomar la decisión de abandonar con sus abuelos a sus hijos, que por aquel entonces tenían tres años y necesitaban el cariño de una madre. Sin embargo, para poder darles una vida «digna» a Olena no le quedó más remedio que hacer las maletas y cruzar la frontera con Polonia. «Me puse una armadura para que los comentarios y los comportamientos de la gente con la que me encontrase no me hiciesen daño y me programé para pasar dos años de sufrimiento», relata.

La ucraniana se dio de bruces con la realidad. El «gran ambiente humano» que hay en el resto de Europa le «sorprendió» encarecidamente y eso que muchos ucranianos que habían emigrado le habían hablado «maravillas» sobre los que para ella eran extranjeros. Pero aunque respirase amabilidad no quitaba que Olena tuviese el corazón en el puño. «El sentimiento más fuerte que tenía era miedo, tenía realmente miedo a ser humillada», confiesa. Empezó a trabajar en el campo para poder ganarse la vida y tras conseguir algo de dinero puso rumbo a nuestro país.

La fotografía elegida para la portada del libro es de cuando Olena decidió emigrar
La fotografía elegida para la portada del libro es de cuando Olena decidió emigrar

El camino que siguió hasta llegar a España «no ha sido de rosas», tampoco el trayecto hasta asentarse a principios de la década de los 2000 en Oviedo estuvo exento de espinas. Esas «duras» vivencias las recoge ahora en su nuevo libro La Zarobitchanka que no quería llorar (Ediciones Camelot, 2024). Una desgarradora obra en la que la ucraniana se abre en cuerpo y alma. Cuenta cómo fue abandonar a sus dos pequeños y lo que sintió cuando se reencontró con ellos seis años después. «Cada vez que lo pienso me da mucha pena porque me perdí la infancia de mis hijos, realmente no los vi crecer», asegura con un nudo en el pecho.

Relata además cómo ella y sus hijos se adaptaron a nuestra cultura con las diferencias sistemáticas que existen. «Entre Ucrania —por aquel entonces colonizado por rusos al ser un estado soviético— y el resto de Europa existe una frontera física y también en cuanto a las relaciones. Me sorprendió, por ejemplo, que los funcionarios no humillaran a los ciudadanos, que no se creyeran superiores», confiesa. Cuenta también como tuvo que aprender el idioma «sobre la marcha», la cantidad de cosas que «descubrió» y cómo acabó comprendiendo que España ya era su segunda patria.

Escribir, su «válvula de escape» de la realidad

En esta obra cuyo título, Zarobitchanka, hace referencia a las mujeres que salen a trabajar solas afuera y que «favorecieron el crecimiento económico de Ucrania», Olena también habla de cómo consiguió rehacer su vida sentimental tras conocer a un mongol. Hasta que consiguió sentir de nuevo mariposas en el estómago y enamorarse «perdidamente» de un hombre, las emociones que vivió fueron «muy fuertes». Para «aliviar el alma» empezó a escribir sobre sus vivencias en España. «Era mi válvula de escape», confiesa la ucraniana, quien publicaba estos artículos en los periódicos de su ciudad natal y en su blog personal.

«La vida no es fácil y cuando te da una oportunidad hay que cogerla y no llorar porque tengas que marchar de casa»

Para poder dejar «constancia» de su camino «espinoso» y ser un ejemplo para otras personas que atraviesen una situación similar, Olena se dio cuenta de que lo mejor era escribir un libro sobre su biografía. «Había leído muchas historias de ucranianas que estuvieron trabajando fuera y era todo "ay pobre de mi que…" y a mi esos lloriqueos no me gustaban nada. Sí que es verdad que lo pasas mal y tienes el corazón en un puño porque estás lejos de los tuyos, pero bueno la vida no es fácil y cuando te da una oportunidad hay que cogerla y no llorar porque tengas que marchar de casa», asegura.

Lo complicado que le resultó trascribir su obra

Como de esta manera los españoles podían saber «un poco más» de los ucranianos y el libro podía ser «un puente» entre ambas culturas, decidió hacerle caso a su amiga y se puso a transcribir. Comenzó utilizando el traductor de Google pero como este a veces fallaba y las palabras no eran las adecuadas pidió ayuda a sus hijos, quienes encantados le echaron una mano. Algunas compañeras suyas del trabajo incluso se prestaron a corregir los textos. «Me pusieron hasta las tildes porque yo no conozco muy bien las normas ortográficas», resalta entre risas.

A través de una escritora que conoció en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde a día de hoy se emplea como limpiadora, Olena se puso en contacto con la editorial, a quien le «gustó» la idea. El libro que lleva por bandera una fotografía de esta ucraniana en el momento que emprendió una nueva vida ya ha sido publicado. Será el próximo lunes 29 de abril a las 19.00 horas cuando Konsenko presente La Zarobitchanka que no quería llorar en la Librería Cervantes de Oviedo. Es en este centenario negocio donde se podrá adquirir su obra, eso sí, bajo encargo.

Olena Kosenko posa sonriente con su primer libro «La Zarobitchanka que no quería llorar»
Olena Kosenko posa sonriente con su primer libro «La Zarobitchanka que no quería llorar»

«Espero que mi experiencia pueda ayudar a otras personas que pasen por una mala situación a buscar la fuerza dentro de uno, que siempre se encuentra», confía Olena, quien está «eternamente agradecida» con la gente que en su día le tendió una mano y le ofreció su ayuda. También por el trato que muchos individuos dieron a sus hijos, especialmente de aquellos padres que les invitaban a pasar unos días en casa. «Eso es algo que agradezco mucho porque aquí realmente no tenemos familia, no podemos ir a visitar a la abuela o la tía», lamenta.

Esas personas figuran en su libro pero para salvaguardar sus nombres son ficticios. «Quien se tiene que reconocer se va a reconocer fácilmente», asegura, antes de señalar que algunos lugares también los ha apodado de otra manera. Pero aunque esta obra tenga algo de ficción, la historia que cuenta no puede ser más verdadera. «Mi vida da incluso para hacer una película», manifiesta la ucraniana, a quién no le podría hacer más ilusión que ese sueño se hiciera realidad.

Seguir su faceta como escritora

Olena Kosenko ya está trabajando en la publicación de otro libro. En esta ocasión es la aldea de Bukovynka quien acapara todo el protagonismo. Es un pueblo completamente llano que sobrevivió a las invasiones y eso que no tenía ni tiene una sola montaña para protegerse. En esas tierras conviven muchas culturas y a pesar de las diferencias entre unos y otros viven en paz y en armonía», cuenta y señala que uno de los objetivos de esta nueva obra es romper con los tópicos que existen sobre los ucranianos. «Los rusos siempre hicieron mala propaganda de mi país. Todo lo malo que pasaba decían que era por culpa de los nacionalistas», denuncia, mientras sigue escribiendo su historia aquí en Asturias.